lunes, 7 de julio de 2014

Capítulo 13. - 'Esta es la decisión más difícil que he tomado nunca.'






Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Savannah repitió eso tantas veces que la palabra acabó por sonarle extraña.
¿Por qué? ¿Por qué un mensaje suyo? ¿Por qué ahora?
El e-mail había conseguido que se pusiera a hacer justo lo que no quería hacer: pensar.
¿Estaba haciendo mal saliendo con Jonh? Espera, ¿estaba saliendo con Jonh? Ya no lo tenía pra nada claro. Estaba segura de que entre ellos había algo pero ¿cómo de grande? ¿Y qué pasa con Ben? No podía dejarle tirado. Lo amaba pero ¿a quién más?

Un dolor de cabeza insoportable empezó a extenderse por todo su cráneo. Bajó a la cocina, dónde su madre enredaba con el móvil y se tomó una pastilla.
-¿Qué te pasa?-preguntó su madre.
-Nada...solo me duele un poco la cabeza.
-¿Por qué?
-Ni idea.
Subió a acostarse. Se metió en la cama, pero antes de acostarse decicidó responder a Ben:
'Estamos genial, Ben. Siento no hablar contigo, estuve liada, pronto te llamaré. Espero que estes bien. Besos.Besos.' 
Un poco seco, pero estaba bien para salir del paso.
Después se conectó a su cuenta de Twitter. Aburrida, apagó el móvil y se metió en la cama.

El día siguiente transcurrió con total normalidad. Las clases con Vanessa progisiguieron como habitualmente pero ella seguía confundida, incluso distinta y, de vez en cuando, ausente.
En una de estas idas y venidas de su cabeza, Vanessa le preguntó:
-¿Te pasa algo? Te encuentro...rara...
-No, es que... no he dormido bien. Voy a tomarme una pastilla-dijo levantándose.
Silencio.
-¿Es por Jonh?
Mierda.
-¿Qué te hace pensar eso?
-A mí también me hacía tener dolor de cabeza.
Más silencio.
-Puedes contármelo. Lo sabes.
-Es solo que...-se tragó la pastilla-vale.
Savannah se sentó finalmente y le contó todo a Savannah: lo que sentía por Jonh y lo a gusto que se encontraba cuando estaba a su lado, pero también le habló de Ben y las dudas que tenía acerca de la relación ahora... y la distancia.
-A Ben le quiero mucho... No soy capaz de contarle nada por e-mail. Le hago creer que todo está bien y que él es el único hombre de  mi vida y...
-No puedes hacer eso.
-¿Y qué hago? No puedo contarle que...
-Tienes que hacerlo. ¿Y si se acaba enterando? Le vas a hacer daño. Mucho daño. Y no creo que quieras eso...
-No.
-Savannah.
-¿Sí?-para entonces, unas pocas lágrimas corrían veloces por sus mejillas para encontrar refugio en sus húmedos labios.
-Tienes que elegir entre uno de los dos.
Silencio. Un silencio totalmente diferente a los anteriores en el que se respiraba duda, miedo, inseguridad... Savannah perdió los ojos en el paisaje más allá de la ventana.
-Esta es la decisión más difícil que he tomado nada.

*-Tengo novio.
Negro.

-Esa chica es una puta. Enséñale lo que les pasa a las chicas como ella.
Negro.

-Suéltame, suéltame. No quiero. No, no tienes derecho.
-Aquí se hace lo que yo diga.
Negro.

-Lo siento.*

Al día siguiente quedé con Jonh. Las pesadillas no me habían dado permiso para dormir mucho así que tenía una cara que daba pena. Ojeras, bolsas y demás imperfecciones se extendían por el contorno de mis soñolientos ojos. Me puse unas gafas anchas tras ducharme y vestirme y salí.
Había tomado una decisión.
'En la cafetería a las ocho. Tengo algo que decirte. Importante. Savannah.'
'Allí estaré, preciosa. Jonh.'

La cafetería estaba bastante fría así que me arrebujé en mi jersey grande mientras pedía un chocolate caliente. Jonh apareció casi inmediatamente, antes de que llegara el chocolate. Llevaba una sudadera azul oscuro y unos vaqueros.
-Hola-me saludó con dos besos.-¿Por qué tanta prisa?
Se sentó enfrente.
-¿Qué pasa?
Silencio. Mortal. No estaba preparada. Lo sabía de sobra. Pero ahí estaba la razón, actuando por sí sola.
-Jonh...
Suspiró.
-Tengo novio.

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¡Hola chicos!
Bueno, de verdad que siento muchísimo no haber podido actualizar el blog pero he estado de exámenes y luego me he ido de vacaciones y no he podido escribir.
Lo siento de veras.
Este es el capítulo 13, que ya se va adentrando en el nudo y que espero que os guste mucho.
No os haré esperar tanto para el siguiente capítulo, lo prometo.

Si podeis dar RT o FAV a este tweet para que os pueda avisar con cada actualización os lo agradezco mucho.
https://twitter.com/ItsGoGomez/status/486156762840825857

viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo 12. "Echarte de menos es como la adrenalina".



Puse todos mis sentidos sobre ese mensaje porque realmente quería que fuera perfecto. No sabía nada de Savannah desde hacía varios días, y, aunque confiaba en ella, no podía evitar sentirse algo preocupado. ¿Por qué ningún e-mail? ¿Ni un SMS? ¿Ni una simple llamada? Mientras que él no dejaba de pensar en ella cada día que psaba entre las cuatro grises paredes del hospital, ésta parecía no interesarse por él. Con un ligero suspiro, tecléo sobre el ordenador:

Mi preciosa Savannah.

Llevo varios días sin saber de ti y estaba preocupado. Supongo que estarás algo ocupada con tu madre y no se te habrá pasado por la cabeza mandar un mensaje. 

Espero que te encuentres bien por allí, hagas amigas y que tu madre tenga éxito-cosa que no pongo en duda-. 

Desde aquí, espero que respondas. Esperaré a ello sin olvidarte ni un segundo... Savannah, ciéramente, no sabes lo que te adoro. Me has dado algo en lo que creer, y eso nunca te lo podré agradecer. 

Un beso,
Ben. Siempre tuyo.

Pd; Echarte de menos es como la adrenalina.

ENVIAR.

Miró el reloj con un nuevo suspiro.
-¿Qué día es hoy, man?-preguntó a su compañero de habitación, que estaba en su camilla ojeando una revista.
En el hospital, realmente se perdía la noción del tiempo. Un día parecía exáctamente el mimso que el anterior y el anterior...
-Sábado, creo.-respondió éste.
Sábado, en un par de horas llegarían las visitas. No sólo sus padres, que iban varías horas al día sino también familiares de la capital que no había visto en años y que no le apetecía oírles lamentándose y dándole ánimos.

Volvió a mirar el reloj. Las seis. Lo que significaba que...
-Ben, venga vamos, tu turno.-se asomó uno de los enfermeros a la habitación.
Quimioterapia.
Con una mueca, se levantó de la silla y siguió con pasos lentos al médico a lo largo del pasillo hacía su inevitable más próximo destino.

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Buenas. :3
Aquí os subo el cap 12 de 'Te esperaré' que espero que os esté gustando mucho.
Iba a subir dos caps esta semana, pero no he podido; lo siento.
De todos modos, si quieres que te avise cuando suba el próximo da RT o FAV a este Tweet: https://twitter.com/milescometome/status/431822060936232960
Besis a todos. <3

lunes, 20 de enero de 2014

Capítulo 11. "Bésame y calla"


Así que allí estaba, en la cafetería de siempre, media hora antes de lo citado con Jonh. Aunque se le había pasado el dolor de barriga, seguía con un cosquilleo, aunque esta vez era por los nervios. Tenía unas ganas inmensas de ver a Jonh. De aclarar todo ese tonto asunto y volver a estar como antes. Y, sobre todo, quedar claro que, entre ellos no hay nada, nada. Ella estaba enamorada de Ben.

Cuando ya pensaba que había desparecido, Jonh entró elegantemente en la cafetería. Llevaba unos vaqueros y una chaqueta ocura con la capucha puesta y, bajo ella, podía ver su cabello despeinado. Miró alrededor y sonrió al encontrarla. Fue a sentarse en frente de ella.
-Hola.-dijo quitándose la capucha-has venido.
Savannah fue al grano:
-Quiero solucionar el tema de ayer.
En ese momento, Jonh bajó la cabeza. Cuando la levantó para responder, Savannah observó que tenía los ojos algo llorosos.
-¿Qué - qué te pasa?-preguntó ella angustiada y sorprendida.
El la miró con los ojos empañados de lágrimas y dijo:
-Mis padres se van a separar.
Savannah lo miró.
-¿Qué?
-Mis padres se van a separar.-repitió Jonh con voz cansada.
La chica no sabía muy bien qué decir.
-Mi padre murió cuando yo tenía dos años.
El muchacho se secó las lágrimas.
-Lo siento.
-Yo también lo siento.
Hizo una pausa.
-¿Qué paso?
-Un accidente de tráfico. Una distracción. Yo iba llorando en el asiento de atrás, él se giró para ver que me pasaba y... perdió el control. Yo salí intacta, pero él...
Con lágrimas amenazando en sus ojos pronunció casi en un murmullo:
-Vi como moría.
-Lo siento de verás. Eso es mucho peor que lo mío.
Savannah se dio cuenta de que ambos empezaban a tener más cosas en común. Que él por dentro también era frágil. Y eso le gustó.
Entonces, él habló de nuevo:
-Y sobre lo del otro día...
-No te preocupes. Olvídalo. Fue un mal impulso... Olvídalo. Yo acabo de hacerlo.
Jonh sonrió.
-Gracias.

Pasaron la tarde dando vueltas por el barrio y conociéndose mejor. Savannah le agarraba del brazo y realmente parecían una pareja muy feliz. Así, entre confesión y confesión, y algún que otro arrumaco, Savannah descubrió que Jonh era un chico muy estudioso, de una familia muy rica pero que apenas estaban juntos por trabajo. Y que, las veces que lo estaban, tenía que aguantar las discusiones. Su padre era un poco machista, reconoció, y obligaba a su madre a hacer muchas cosas.
Así, Savannah le contó la razón de porqué estaba allí, que también era estudiosa, su vida en Carolina del Norte... eso sí, sin mencionar a Ben.

A mitad de la tarde, ambos se sentaron en un banco. Ya empezaba a atardecer y el sol se escondía entre las montañas del horizonte. Savannah apoyó su cabeza en el hombro de Jon. Al rato, él sacó un cigarrillo del bolsillo y se dispuso a encenderlo entre sus labios.
Savannah se incorporó.
-No sabía que fumabas.-le dijo extrañada.
El sonrió picarónamente.
-Hay muchas cosas aún que no conoces de mí...
-Pues dímelas.

Al final de la tarde, Jonh acompañó a Savannah a casa. Al pararse en el portal, antes de irse, él le preguntó:
-¿Puede considerarse esto una cita?
A lo que ella respondió:
-Sólo si puede considerarse que tú has sentido algo...
Entonces se besaron y para Savannah fue como aquella primera vez en el baile. Mágico. Especial.
Se separaron y Jonh se despidió con un 'hasta mañana' pero antes de alejarse mucho volvió a acercarse y dijo:
-Y, de verdad que, sobre lo del otro día, yo...
Savannah lo interrumpió cogiéndole del cuello.
-Tú bésame y calla.

Subió sonriendo hasta su piso. Ignoró las preguntas insistentes de su madre y subió a ducharse. Sabía que tenía que pensar, pero no le apetecía aclarar las cosas en ese instante. Estaba bien. Hasta que salió de la ducha y vio en su móvil que tenía un mensaje de Ben.

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¡Hola a todos!
Feliz año nuevo y eso jajajaja.
He estado todas las Navidades sin publicar nada y tenía ganas.
Este es el capítulo 11 de la novela y espero que os guste mucho.
Eso sí, sí quieres enterarte de cuándo subo el próximo cap da retweet a este tweet:
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Un beso y hasta la próxima.


domingo, 1 de diciembre de 2013

Te esperaré. Capítulo 10

Despertó a la mañana siguiente con los rayos de sol que se colaron por la ventana del salón. Se restregó los ojos e intentó recordar porqué estaba en el sofá. Casi de inmediato, todos los recuerdos vividos por la noche regresarón a su mente y la obligarón a volver a echarse y ponerse la mano en la frente. Demasiado caliente. Tenía fiebre. Estaba bastante mareada y le dolía la cabeza. Miró a su alrededor, y aunque todo le daba vueltas consiguió descubrir que su madre aún no se había levantado. Se levantó a duras penas y agarrándose a todos lados, subió lentamente las escaleras hacia el cuarto de su madre. La encontró tumbada en la cama, con los ojos fijos en el techo.
-¿Mamá?-consiguió articular Savannah.
Anne se incorporó.
-Hola cielo. ¿Has dormido bien? Supongo que no, te pasaste toda la noche gritando, dando patadas, llorando... ¿Qué paso anoche? ¿Qué tal con Jonh? ¿Pero qué te pasa? Tienes muy mala cara. ¿Estás enferma?
A Savannah todas esas preguntas se le juntaron en la mente y no le dejaban concentrarse. Se sentó en la cama y dijo:
-Creo que tengo fiebre.
Inmediátamente, Anne fue al baño a por un térmometro, se lo colocó y tras un rato contestó:
-38ºC y medio.
Su hija suspiró.
-¿Quieres una manzanilla o algo?
-No, estoy bien.
-Túmbate.
Savannah se metió en la cama.
-Vamos a esperar y si te pones peor, esta tarde te llevamos al médico.
La chica se incorporó un poco.
-¿Y qué es lo que decía anoche?
-No sé, decías algo cómo: "¡No, suéltame, déjame en paz, ¿que te he hecho yo? Pensé que me querías!" jajajaja. Cosas sin sentido.
Pero para Savannah tenían mucho sentido. Inmediátamente recordó lo que había soñado.
-¿Y qué tal la fiesta?
-Eh... bien.
-¿Y qué tal el karaoke?
-Bien
-¿Y?
-...
-¿Participaste?
-Participé.
-¡Sí, genial! Te dije que lo harías muy bien.
-Un momento. ¿Quién te ha dicho a ti que hubo karaoke?
-Jonh.
¿Qué? Savannah se sintió en un hoyo sin salida.
-¿Cómo que Jonh?
-Sí, cúando regresé de charlar con Samuel, él estaba en la puerta. Parecía inquieto, dándo vueltas... Me dijo que te dijera que lo sentía mucho, que cantaste genial y que te quiere.


                                                                     

                                      ♥

 Pasó el resto de la mañana en la cama, con su madre cuidándola y el mundo dándole vueltas. Pero no sólo por encontrarse enferma, sino por todo. Necesitaba aclarar sus ideas, pensar en Jonh, en Ben... A ver, Jonh se había enfadado en la fiesta, había dejado por un momento de ser el chico perfecto, pero ¿qué? Sólo fue un segundo, y me pidió perdón. Pero, todas ésas pesadillas que tenía... querían decirle algo. Y Ben... Ben. Lo seguía amando, de eso estaba segura. Le echaba de menos pero ¿a quién amaba más? Estaba realmente perdida. Y vomitó, por fin.

Tras este síntoma, su madre la llevó a urgencias.  En la sala de espera había unas veinte personas más y el rato se le hizo eterno. ¿Para qué? Pues para nada. El doctor le dijo recetó un jarabe sin saber explicar que tenía, aunque barajeando varias hipótesis. Reposo y se seguía igual o peor, que volviera.

Al salir de urgencias recibió un mensaje:

Savannah, perdóname. Te quiero más que a mi vida. ¿Podemos quedar mañana a las cinco en la cafetería? De nuevo, te amo.  

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Por favor, no se tarda nada de tiempo y me haces un gran favor para así saber quién me lee y si merece la pena continuar con la novela. 
Mil gracias a todos mis lectores.

 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Te esperaré. Capítulo 9

Aquella noche, Savannah no consiguió conciliar bien el sueño. Las palabras de Vanessa retumbaban en su cabeza cada vez que cerraba los ojos. "Solo puedo decirte que tiene un lado oscuro..." ¿Un lado oscuro? ¿Y qué? En fin, todo el mundo lo tiene. Seguro que es una tontería, pensaba. Pero estos pensamientos no eran suficientes para tranquilizarla y no pudo dormir en toda la noche.

Su despertador sonó a las nueve de la mañana muy a su pesar. Lo apagó de mala gana y se pasó una mano por la sudada frente. Realmente, aquella noche no había podido conciliar el sueño y había tenido horrible pesadillas con respecto a Jonh.
Cuando acabó de ducharse, se puso un conjunto sencillo y bajó a desayunar. Su madre la esperaba leyendo sentada frente al ordenador.
-¿Qué haces?-le preguntó Savannah.
-Estoy releyendo mi libro. Otra vez. El sábado que vienen lo publican y estoy muy nerviosa.
-¿Y qué pretendes hacer leyéndolo mil veces seguidas? Aunque encuentres algún error, ya es tarde.
-Sí, supongo...-dijo su madre cerrando el ordenador.
Savannah levantó las cejas en tono extraño y acudió a la cocina. En vez de su habitual leche con cacao, se hizo una tila.
-¿Qué haces con una tila?-preguntó Anne.
Su hija lo soltó de golpe:
-Jonh me ha invitado a una fiesta en la playa esta noche.
En vez de agobiarla a preguntas, como Savannah había pensado que haría, solo dijo:
-Y estás nerviosa.
-No, es sólo que... no he dormido bien.
-¿Y qué vais a hacer?
-Pues lo que se suele hacer en una fiesta en la playa, supongo.
-¿Habrá karaoke?
-Espero que no. Y mucho menos, espero que vengas y te apuntes al karaoke.
-Jajaja no, tranquila. Pero participa tú. Se te da bien.
-No voy a participar. ¿Estás loca? Además, ni siquiera sabemos si lo habrá.
-En cualquier caso... ¿qué te vas a poner?
Savannah paró en seco.
-Pues... no sé. No lo había pensado.
A Anne se le pasó una sonrisa radiante por la tarde:
-Tarde de chicas, entonces. Vamos a tu cuarto, a ver que te pones.
-Chachi...
Cuando acabó de desayunar, madre e hija subieron a su habitación.

-No tengo nada-se quejó Savannah abriendo e inspeccionando el armario.
-Pues vamos de compras.

Se pasaron la mañana comprando vestidos y conjuntos bonitos. Comieron por ahí y ocuparon la tarde en más tiendas.

Llegaron exhaustas a casa y tras descansar un poco, Savannah fue a elegir vestido.
Cuando bajó, quince minutos después, apareció con un vestido blanco hasta las rodillas y con una cinta del mismo color alrededor de la frente. No se había maquillado mucho y llevaba su pelo liso.
Anne sonrió y simplemente dijo:
-Estás preciosa.


                                                       

                         ♥




A las nueve y algo, Savannah ya estaba lista y no dejaba de recorrer el salón inquieta mirando el reloj. ¿Y si se arrepiente? ¿Y si no viene?, pensaba.
-Tranquila-decía su madre-vendrá.
Justo al marcar las nueve y media el reloj, el timbre sonó. Ambas mujeres sonrieron y con un suspiro, Savannah se apresuró a abrir la puerta.
Allí estaba Jonh, simplemente con unos vaqueros claros y una camisa blanca, aunque a ella le pareció encontrarse enfrente de un ángel.
-Hola-dijo él-estás preciosa.
-Gracias.
Su madre se acercaba a su espalda. Mierda, pensó Savannah.
-Jonh, ésta es mi madre Anne. Aunque ya la conoces, claro.
-Encantado, señora-dijo Jonh tendiéndole la mano educádamente.
-Llámame Anne-respondió ella devolviéndole el saludo-señora suena a vieja.
Mierda, pensó de nuevo Savannah, la frase que debería haber evitado. Bueno, aún así, parecía que se habían caído bien.
-Eh, nos vamos-dijo Savannah saliendo de casa.
-Tened cuidado, y no llegues muy tarde.
Tarde, los chicos ya se habían marchado.

Un hermoso coche rojo descapotable les esperaba en la puerta. Savannah quedó prácticamente con la boca abierta. Por un momento se preguntó si su coche sería alguna cercano, pero se percató que no había  ninguno más cerca.
-¿Es... este tu coche?-acertó a decir.
-Sí-respondió Jonh mientras se acercaba a él-¿te gusta?
Ella le respondió con otra pregunta:
-¿Es que eres rico?
-Jajaja, podría decirse. Mi padre trabaja en una empresa muy importante de EE.UU., aunque no sé muy bien qué es lo que hace...
Después abrió la puerta del asiento del copiloto y le hizo una seña a Savannah para que entrara.
Ésta lo hizo y Jonh cerró la puerta. Él se sentó al volante y empezó a conducir el vehículo.
Mientras pasaban velozmente por las calles de la ciudad, Savannah se percató de que había aún mucha luz para ser casi las diez de la noche. Aunque después comprendió: farolas, luces de neón con publicidad y cientos de letreros aparecían en cualquier rincón.
-¿Cae muy lejos la playa de aquí?-preguntó a su acompañante.
-No, a unos diez minutos en coche.
Silencio.
-¿Quién irá a la fiesta?
-Pues bastante gente, la verdad. No sólo amigos míos sino más gente de mi instituto y eso. Así conoces a más gente.
-Genial...
En esto, al chico le sonó el teléfono móvil.
-Diga, ¿quién es?
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-Sí, danos un minuto. Ya llegamos.
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-Venga, hasta ahora.
Colgó.
-¿Quién es?
-Un amigo. Se llama Oliver. Te caerá bien, ya verás. Quería saber cuándo llegábamos.
En pocos minutos llegaron a la playa. El mar estaba oscuro y misterioso, pero unas grandes luces y música muy alta se apreciaban desde la arena.
Aparcaron el coche en un aparcamiento cercano y bajaron.
-Hola a todos-saludó Jonh.
Un grupo de gente se giró y se acercó a ellos.
-Hola Jonh-empezó a saludar todo el mundo.
-Hola chicos. Quiero presentaros a Savannah. Es una amiga que conocí el otro día.
-No necesitamos más presentaciones. No paras de hablar de ella-dijo uno de los chicos.
-Cállate Oliver-replicó Jonh mientras se ponía rojo.
Oliver, pensó Savannah.
-Hola Savannah-la saludó todo el mundo y se presentaron.
-Hola, encantada.
Tras esto, todos se reunieron en un grupo y comenzaron a charlar y a beber algo. Savannah fue con ellos y simpatizó con la mayoría, aunque la mayor parte del tiempo permanecía callada y sin nada que comentar.
Había un escenario no muy lejos de ellos. Mierda, pues sí que hay karaoke,  pensaba.
Las olas rompiendo contra la orilla y la decoración conferían un ambiente de ensueño. A Savannah le encantó.
Se puso a hablar con algunas de las amigas de Jonh y todas le comentaron lo bonito que era su vestido a lo que ella agradecía una y otra vez. Se cayeron bastante bien.
Pasado un tiempo, un chico de color con gafas de sol y sombrero negro se subió al escenario con un micrófono y anunció:
-¿Qué tal lo pasáis, chicos?
-Éste es Mike, le encantan los escenarios-le susurró Jonh a Savannah en el oído.
Mike prosiguió:
-Ya tengo la lista con la gente que va a participar en el karaoke. ¿Tenéis ganas?
-SÍIIIIIII-gritó la multitud.
-¡Empezamos!-y Mike se fue.
A continuación, unas diez personas se pusieron a cantar temas fiesteros. La mayoría cantaba fatal y sólo lo hacían para divertirse.
-Qué mal lo hacen todos.-se quejó Jonh.
-No lo hacen tal mal-respondió Savannah.
-¿Por qué no subes tú?
-¿Yo? ¿Estás loco? No, no no. Me moriría de vergüenza.-se hubiera defendido diciendo que  no sabía mal, pero sabía que no era verdad.
-Venga, vamos...
-No, no voy a subir.
-De acuerdo... Voy a por ponche.
Cuando Jonh llegó, Mike subió de nuevo al escenario y dijo:
-¡Esto no ha terminado, chicos! Ahora tenemos a una chica muy especial que cantará para nosotros. Damas y señores, un fuerte abrazo para... ¡Savannah! Al oír eso, Savannah enmudeció. Miró a Jonh que sonreía pícaramente. Le había apuntado sin consultárselo. Todos la miraban y ella no tuvo más remedio que dirigirse al escenario mientras miraba con mirada asesina y Jonh y murmuraba: "Te mato".
Al subir al escenario, Mike le dio el micro y le deseó suerte. Se puso en el centro del escenario, sujetando el micrófono cómo si la vida dependiera de ello. Un foco la alumbraba. Siempre había tenido miedo escénico y por eso tantas veces se había retenido a mostrar su preciosa voz. Pero esa vez, sabía que no podía  bajar cómo una cobarde y decir que no. Empezó a cantar. Cantó una canción de P!nk y a medida que la canción despegaba se le iba la vergüenza e iba a su rollo. Estaba disfrutando. Se lo pasaba bien. Se sentía la reina de la fiesta. La gente empezó a bailar divertidos y a cantar con ella.
Cuando acabó, todos la aplaudieron energéticamente y lo agradeció mil y una de veces. Después, Mike subió al escenario y la despidió con un "¡Guau! Increíble. Un fuerte aplauso"
Todo el mundo, al bajar, empezó a felicitarla y cuando llegó a Jonh le dijo:
-Eres horrible.
-¿Qué dices? Lo has hecho genial.
 Entonces, una chica pelirroja, con pecas subió al escenario. Vanessa.
Savannah la reconoció rápido. Ella se puso a cantar una canción de amor, de Taylor Swift pero que Savannah no consiguió reconocer. Vanessa cantaba realmente bien.
-¿Quieres bailar?
Savannah miró a quién hablaba a su lado. Era Jonh que le tendía una mano.
Ella sonrió.
-Vale-y agarró su mano.
Él la arrastró hasta el centro y se pusieron a bailar. Sus manos se juntaron, sus cuerpos se tocaron. Savannah sentía como su piel se excitaba, no de manera sexual sino sensible y preciosa.
Sobre la mitad de la canción, ella ya se sentía más que cómoda entre sus brazos y lo miró a los ojos. Él la estaba mirando con sus ojos azules y sobrecogedores. Entonces Savannah se apoyó en su pecho mientras seguían moviéndose al ritmo de la canción.
Debía admitirlo, había quedado totalmente enamorada de Jonh. Todo en él le encantaba y tenía que reconocerlo. Estaba profundamente enamorada de él.
Volvió a mirarle a los ojos y entonces no pudo aguantar más y... le besó. Sus labios se juntaron y la textura de su boca le hizo sentirse en el cielo. Él continuó con el beso y Savannah sintió que el mundo a su alrededor desaparecía. Cuando se separaron, él le dijo:
-Bailas muy bien.
Y ella simplemente le dirigió una preciosa sonrisa. Entonces, Vanessa terminó de cantar y todos dejaron de bailar. Todo el público empezó a aplaudir y Savannah se unió al corro de aplausos.
-Gracias-dijo Vanessa sonriendo. Entonces, ella bajó del escenario y con el fin de ir a buscarla le dijo a Jonh:
-Voy a por un poco de ponche.
Después, fue a un lado del escenario a encontrarse con su amiga. Ella estaba agradeciendo a unos muchachos que le felicitaban por su actuación.
-Vanessa-la llamó.
Ella giró la cabeza y despidiéndose de la gente, se acercó a Savannah.
-Hola ¿qué tal?-la saludó ella.
-¡Hola! ¿Qué haces aquí?-le pregunta Savannah mientras se dan un abrazo.
-He venido con unos amigos. Tú... has venido con Jonh ¿no?
-Eh... sí.
-Os he visto bailando. Parecíais felices.
-Cuando estoy con él, realmente lo soy.
-Sí, a mi me hacía sentir igual.
Silencio.
-Oye, que se me olvida. ¡Cantas genial!
-Gracias. Tú también.
-¿Te dedicas a ello profesionalmente?
-No mucho. Bueno, en mi tiempo libre a veces actúo en cafés de la zona, pero poca cosa. Llevo seis años tomando clases de canto. ¿Y tú?
-Qué va, me da pánico.
-Pues se te da muy bien jajaja.
En ese momento, se escucha un golpe y un grito.
Cuando Savannah y Vanessa se giraron para ver de dónde procedía tal alboroto, ambas vieron a Jonh empujando a un muchacho una cabeza más bajo y tirándole al suelo debido a su brusquedad.
Savannah corrió hacia él y ayudó a subir al chico.
-¿Estás bien?-le preguntó, asustada.
El chico cogió algo de aire y respondió:
-Sí, estoy bien.
Después, Savannah se dirigió a Jonh:
-¿Se puede saber que narices ha pasado?
-Este imbécil no mira por dónde va y me ha manchado toda la camisa con el ponche.
La chica miró su camisa, y en efecto, se la había manchado.
-¡Ha sido un accidente!-se defendió el chico.
-Gradúate las gafas-le espetó Jonh.
-No, tendré que comprarme otras, me las has roto-respondió el muchacho reparando en sus rotas gafas.
-Uy, cuánto lo siento.
En ese momento, el chico que había caído se abalanzó sobre Jonh, pero Savannah consiguió pararlo.
-¿Qué pasa? ¿Te crees muy fuerte?-Jonh se acercó a él.
-¡Ya vale!-gritó Savannah, separándolos.
Para entonces, una enorme multitud estaba rodeándolos.
Ambos chicos se apartaron. Savannah suspiró, algo mareada.
-Por favor, Jonh, llévame a casa.

Veinte minutos más tarde, el coche se encontraba enfrente de casa de Savannah.
-Oye, siento mucho lo que ha pasado.-se disculpó Jonh.
-¿Hacía falta que te pusieras así, sólo por una mancha?-preguntó enojada la chica sin mirarlo a la cara.
Jonh suspiró.
-No, supongo que no. Me he comportado como un estúpido.
-Me voy. Buenas noches.
Jonh se acercó a ella para besarla, pero Savannah se apartó y salió del coche.
-Que sepas que me ha gustado estar hoy contigo-dijo el muchacho mientras arrancaba de nuevo el descapotable.
Savannah se giró y susurró:
-Yo también.-pero su acompañante ya se había ido.

Cuando llegó a casa, encontró una nota sobre la mesa:
Cariño:
He salido a dar una vuelta con Samuel. No tardaré.
Un beso.
Genial, sola en casa. Últimamente, su madre salía mucho con Samuel escusándose con un: "Sólo es para hablar del libro". 
Savannah miró el reloj: las doce.
Estaba cansada.
Se quitó los tacones, el vestido, se puso el pijama y se tiró en el sofá del salón, no queriendo dormir sola en su cuarto.
Le asaltaron millones de dudas.
¿A qué se debía ese mal comportamiento de Jonh? Se ha pasado demasiado con ese chico. ¿Sería ese "lado oscuro" que Vanessa le advirtió? ¿Debería hacerle caso? Y lo que era peor. ¿Qué había del beso? ¿Estaba tan enamorada de Jonh cómo pensaba? ¿Había hecho bien al besarlo? ¿Y qué pensaba con Ben? Ben, Ben... Le quería más que a su vida, pero todo lo que había pasado esa noche con Jonh...
Enseguida, se quedó dormida.

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Mil gracias a todos mis lectores.







                                                      

                        

 

 

viernes, 4 de octubre de 2013

Te esperaré. Capítulo 8

Savannah llegó a casa y le contó a su madre el percance acabado en una posible amistad en la biblioteca. Cuando le comunicó que había decidido hacerse profesora particular de una desconocida, ella temió que su madre se negara como solía hacer, pero fue sorprendida con un:
-¡Qué bien cariño! ¡Es genial! Haces una buena labor. Eres fantástica, mi amor.
-Gracias-respondió una sorprendida Savannah.
-¡Ah, y yo también tengo algo que contarte!
-Tú dirás.
Anne sonrió.
-¡En una semana publican el libro! Acaba de llamar el hombre con el que estuvimos ayer y...
Su hija exalo una exclamación.
-¿De verdad? ¡Es genial! ¿No estás contenta?
-¿Contenta? Dios mío, me siento como una niña con zapatos nuevos. Como tirarte a la piscina helada en invierno, como besar a alguien por primera vez, como...
-Vale, mamá, vale, lo pillo-rió la muchacha divertida.
Ésta no pudo reprimir una pregunta de la que llevaba mucho tiempo queriendo saber UNA determinada respuesta.
Titubeó antes de hacerla:
-Mamá...
-Dime, cielo-dijo mientras se disponía a hacer servir la comida.
-Umm... ¿eso quiere decir que volveremos? A casa, quiero decir...
Tras soltarlo, se quitó un gran peso de encima.
Cruzó los dedos tras la espalda mientras esperaba la respuesta de su madre...
Ella paró en seco de hacer sus tareas.
-Eh, cariño, sé que quieres volver, pero necesito quedarme un tiempo más. No será mucho. Esperar a que publiquen el libro y ver si se vende bien. Ya sabes...
La mujer tuvo que ver la cara de decepción de su hija porque se acerco a ella y dijo mientras la abrazaba:
-Sé que quieres volver. Pero de verdad, mi amor, sólo serán unas semanas. Déjame ver cómo evoluciona todo esto... Además, este sitio está genial.
Savannah suspiró.
-Claro-dijo sonriendo-claro, esperaré un poco más. Total, este ha sido siempre tu sueño.
-Gracias. Venga, vamos a comer.
-Eh... voy un momento a mi cuarto a quitarme los zapatos...
-De acuerdo.
Savannah subió a su habitación y se tendió a llorar en su cama. Dejó que sus lágrimas cayeran por su rostro mientras pensaba en Ben. Se había hecho a la idea de que en cuánto comunicaran a su madre que publicarían el libro, podrían marcharse. Y no fue así. Tendría que esperar más semanas, quizás meses, quizás tendría que matricularse en un instituto en septiembre. Empezar allí la universidad. Más tiempo sufriendo. Sin verle. A él.

El día transcurrió tranquilo. Savannah se quedó leyendo el libro que había cogido por la mañana y pensando en sus clases de mañana. Y en Ben.

                                                      

Como prometió a Vanessa, al día siguiente acudió a la biblioteca a primera hora dejando a su madre acudir a una cita con el editor de su libro para hablar de ello.
Cuando llegó, Vanessa ya se encontraba allí. Estaba sentada en una mesa al fondo de una de las salas, ojeando distraídamente una revista. Llevaba unos vaqueros y una camiseta de manga francesa en color crema y su pelo liso y pelirrojo. Nada más verla, Savannah envidió sus pecas de nuevo. Se sentó enfrente de ella.
-Hola, Vanessa. Ya estoy aquí.
-¡Ah, hola! No te he visto entrar. Ah, bonita camiseta-dijo la joven mirando la camiseta que Savannah había descambiado en el centro comercial.
-Gracias.
-Dime ¿por dónde empezamos?
-Bueno, ¿qué te parece que empecemos ya, con lo básico?
-Umm, por mi bien. Mira, he traído el libro de texto del instituto.
-Genial. Oye, ¿en qué curso estás?
-Primero de bachiller.
-¿Entonces tienes 17...?
-16. ¿Y tú?
-17.
-Umm...
-Bueno, empecemos... déjame el libro.

Así pasaron el resto de la mañana. Savannah realmente se sentía como una auténtica profesora. Explicar las lecciones a Vanessa era sencillo y divertido. De vez en cuándo alguna saltaba con alguna gracia y ambas estallaban en risas, hasta la bibliotecaria tuvo que llamarlas la atención alguna vez. Ambas congeníaban a la perfección y, por fin, Savannah sentía que tenía una nueva amiga.

En una de estas explicaciones, a Savannah le pitó el móvil en señal de SMS. Pensando que sería su madre, que ya habría llegado a casa, se sorprendió viendo que era de Jonh. Leyó:
Hola princesa.
¿Qué te parecería quedar mañana por la noche en la playa a las 10? Unos amigos y yo hemos quedado para ir a una pequeña fiesta. ¿Te apuntas? Espero tu respuesta.
-¿Quién es?
-Eh, nadie-dijo Savannah guardando el teléfono-es un chico que conocí el otro día.
-Uy ¿y cómo se llama?
-Jonh. 
Repentinamente, a Vanessa se le quedó la cara blanca.
-¿Qué te pasa?-le preguntó su amiga.
-¿Jonh? ¿Jonh Adams?
-Pues... no sé cómo se apellida. No me lo digo-se excusó extrañada.
-¿Alto? ¿Moreno? ¿De ojos azules y tez pálida? ¿Trabaja en Rock's God?
-Eh, pues sí.
Vanessa quiso abrir la boca para decir algo, pero se calló.
-¿Qué pasa, Vanessa?
Finalmente, ésta dijo:
-Jonh es mi ex.
Savannah se sorprendió.
-Anda. Que casualidad. ¿Y cúal es el problema?
Ella no dijo nada. De repente, Savannah creyó comprender.
-Oh, ¿no quieres que salga con él? Tranquila, es sólo un amigo. Si quieres dejar de pasar rato con él, sólo...
-No, no, no es eso. Es solo que...
-Habla.
-Desde pequeños, pasábamos el rato en el mismo grupo de amigos. Él siempre pasaba más tiempo conmigo que con lo demás, me decía cosas bonitas, me hacía sentir especial. A mí me enamoró. Y acabamos saliendo juntos hace un par de años. Al principio todo fue bien, pero, al final, descubrí que no es tan bueno como parece... Y rompimos.
-¿A qué te refieres con eso?-dijo una sorprendida y confusa Savannah.
Vanessa, no muy segura, susurró:
-Sólo puedo decirte que tiene un lado oscuro...

Terminaron la lección a las dos y ambas se fueron a casa, quedando en ir lunes, miércoles y viernes a casa de Savannah para las clases. Tras apuntarle su dirección, se despidieron.

Cuando Savannah llegó a casa, se tiró confusa en el sofá pensando en la extrañeza de todo lo que le había dicho su amiga respecto a Jonh.. Podía ser mentira, pero dudaba de que la chica mintiera. Parecía tan dulce su amigo Jonh... ¿Y si Vanessa decía la verdad?
Entonces, Anne llegó.
-Hola, cariño. ¿Qué tal las clases?
-Bien, bien... ¿Y tú dónde andas?
-Con Samuel hablando del libro, que en unos días estará en las tiendas.
-Me alegro mucho.
-¿Quieres cenar?
-Eh, no, no tengo mucha hambre. Me voy a echsubió lasar la siesta...
-Muy bien, cómo quieras, mi amor.
Savannah se arrastró escaleras arriba hacia su habitación mientras mandaba un SMS a Jonh:
Bien, acepto, Jonh. Mañana ven a recogerme a las 9 y media. Un beso.
Tras esto, le escribió la dirección de su casa y le dio a ENVIAR.

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viernes, 13 de septiembre de 2013

Te esperaré. Capítulo 7

Mientras, en un hospital de Carolina del Norte...

Hola, cariño.
Siento mucho no haber mandado un e-mail hasta ahora, pero he tenido poco tiempo y además estoy muy cansada.
Esto es enorme, tiene cientos de parques, tiendas, cines y museos. La gente es muy maja y el cielo siempre luce azul. Pero, sin duda, preferiría mil veces estar en mi pequeño pueblo junto al amor de mi vida, que eres tú.
¡Ah, mamá consiguió que le publicaran el libro y lo harán pronto! Confío en que lo compres, jejeje.
De verdad, te echo tanto de menos... No hay día, ni hora ni minuto que no esté pensando en ti. En las palabras que compartimos, en las caricias, en los abrazos y los besos que nos dimos. En todo.
Espero volver pronto y reencontrarme contigo. Y, tranquilo, que aquí no hay nadie más guapo o más especial que tú, jejeje. 
Un besazo, Savannah.

Ben terminó de leer el mensaje y pinchó sobre Mensaje nuevo:

Hola, mi amor.
No te preocupes por no haberme contestado, entiendo que estás acostumbrándote a ese estilo de vida. 
Ya veo que aquella ciudad es grande y preciosa, me alegro de que te guste tanto. Y sí, yo también deseo con todas mis ganas que podamos volver de nuevo a vernos.
Dile a tu madre que me alegro un montón por la noticia sobre su libro. ¡Se lo merece sin ninguna duda! Y, por supuesto, que seré el primero en comprarlo.
Savannah, no sabes lo que te añoro. Más que tú a mí. Cariño, tu eres mi vida y no te cambiaría por nada en el mundo. Ha resultado duro dejarte, pero tienes que hacer tu vida y ayudar a Anne.
Vuelve pronto. 
Un beso, Ben.

Cuando terminó de mandar el e-mail, Ben cerró el ordenador suspirando pesadamente. Le habían dejado subir a la biblioteca del hospital de Carolina del Norte para conectarse a Internet y se encontraba solo en la sala en ese momento. Un olor a viejo se extendía por el pequeño edificio y cientos de libros con títulos como Cómo combatir el sobrepeso o La mejor manera de llevar el cáncer poblaban librerías. 
Ben se levantó del asiento y salió de la biblioteca, cerrando la puerta tras él. El escenario que se presentaba delante de él ya no le sorprendía: gente en silla de ruedas de un lado a otro, médicos llevando montones de papeles, niños sin pelo llorando...
Ben se preguntó dónde había empezado todo aquello: a mediados de mayo le habían comunicado que sufría cáncer de hígado. Junto a sus padres, fue corriendo al hospital y le comunicaron tristemente que el tumor estaba muy desarrollado: había afectado gravemente a varios órganos.
-Dóctor, dígame cuánto me queda. Por favor, no sienta lástima de mí.
-Pero Ben...
-Tengo dieciocho años. Soy mayorcito para enfrentarme a la realidad.
-Mira, querido, eso depende. No estamos para nada seguros de cuánto tiempo...
-¡Dígame cuánto puto tiempo me queda!-había estallado Ben con las lágrimas amenazando en sus ojos-¿Días? ¿Semanas?¿Meses?
-Sí sí, por supuesto.
-¿Años?
Silencio.
Un silencio que habló por sí solo.

Consiguió volver a casa unas semanas. Él necesitaba quedarse en casa para asimilar la cruda noticia y, sobretodo, para comunicárselo a Savannah. Cuando ella le había dicho que se iba, le quedó claro que era mejora sí. No iba a contárselo, eso significaría que su novia no iría a San Francisco con su Anne. Y no podía permitir ahogar así el futuro de su madre.

Cuando llegó a la habitación, su compañero de su misma edad llegaba entonces de una nueva sesión de quimioterapia. 
-¿Qué, tío, cómo ha ido?-le preguntó Ben.
-¿En serio me lo preguntas?-se quejó el muchacho.
-Tienes razón. Esto es una mierda. Para qué te lo pregunto...-dijo Ben mirando por la ventana, donde el sol ya se ocultaba por el horizonte. Aunque, más que el sol, él sólo veía el rostro de Savannah.

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